domingo, 15 de junio de 2014

El Realismo Mágico en el Boom

Las novelas del "Boom" son esencialmente vanguardistas. Tratan al tiempo de una manera no lineal, suelen utilizar varias perspectivas o voces narrativas y cuentan con un gran número de neologismos (acuñaciones de nuevas palabras o frases), juegos de palabras e incluso blasfemias. Como escribió el escritor Pope, el estilo del "Boom" «se basaba en una superposición cubista de diferentes puntos de vista, cuestionaba el tiempo y el progreso lineales y era técnicamente complejo. Lingüísticamente segura de sí misma, utiliza la lengua vernácula, sin excusas». Otras características notables del "Boom" son el tratamiento de los escenarios rurales y urbanos, el internacionalismo, el énfasis tanto en la historia y la política, así como el cuestionamiento de la identidad regional y nacional.
 La literatura del "Boom" rompe las barreras entre lo fantástico y lo cotidiano, convirtiendo esta mezcla en una nueva realidad. De los escritores del "Boom", Gabriel García Márquez está más estrechamente relacionado con el uso del realismo mágico; de hecho, se le atribuye el haberlo puesto «de moda» tras la publicación de Cien años de soledad en 1967.

En los extremos de la literatura, Brett Levinson afirma que el realismo mágico, «un modo estético clave dentro de la ficción reciente de América Latina... se materializa cuando la historia de América Latina se revela como incapaz de explicar su propio origen, una incapacidad que tradicionalmente representa... una demanda de un mito: los mitos como un medio para explicar los principios que escapan a la narración de la historia». Los escritos de los Cronistas de Indias, representa lo exótico «nuevo mundo» y sus relatos de la conquista de nuevas tierras extrañas se aceptó como la historia. Estas historias fantásticas a menudo ayudaron a conseguir una nueva estética, que se transformó en el realismo mágico y «(tal como la concibió Alejo Carpentier), el realismo maravilloso y lo real maravilloso. De acuerdo con esta estética, las cosas irreales son tratadas como realistas y las cosas mundanas como elementos irreales., mientras que a menudo se basan en experiencias reales, extrañas, fantástica y legendaria, los pueblos ajustes míticos, especulativo, y los personajes que, aunque plausible, también podría ser irreal, y combinar la verdad, lo imaginario y lo inexistente, de manera tal que son difíciles de separar».

Fragmento "La Muerte de Artemio Cruz" obra de Carlos Fuentes

-Depende de cómo lo mires. Tú nada más has andado en las batallas; has obedecido órdenes y nunca has dudado de tus jefes.
-Seguro. Se trata de ganar la guerra. Qué, ¿tú no estás con Obregón y Carranza?
-Como podría estar con Zapata o Villa. No creo en ninguno.
-¿Y entonces?
-Ése es el drama. No hay más que ellos. No sé si te acuerdas del principio. Fue hace tan poco, pero parece tan lejano… cuando no importaban los jefes. Cuando esto se hacía no para elevar a un hombre, sino a todos.
-¿Quieres decir que hable mal de la lealtad de nuestros hombres? Si eso es la revolución, no más: lealtad a los jefes.
-Sí. Hasta el yaqui, que primero salió a pelear por sus tierras, ahora sólo pelea por el general Obregón y contra el general Villa. No, antes era otra cosa. Antes de que esto degenerara en facciones. Pueblo por donde pasaba la revolución era pueblo donde se acababan las deudas del campesino, se expropiaba a los agiotistas, se liberaba a los presos políticos y se destruía a los viejos caciques. Pero ve nada más cómo se han ido quedando atrás los que creían que la revolución no era para inflar jefes sino para liberar al pueblo.
-Ya habrá tiempo.
-No, no lo habrá. Una revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres. Los que quieren una revolución de verdad, radical, intransigente, son por desgracia hombres ignorantes y sangrientos. Y los letrados sólo quieren una revolución a medias, compatible con lo único que les interesa: medrar, vivir bien, sustituir a la élite de don Porfirio. Ahí está el drama de México(…)


Carlos Fuentes

El escritor mexicano Carlos Fuentes ejerció como auténtico "capitán de la escuadra" de los geniales escritores del "boom", a quienes promocionó fuera de América Latina con una "generosidad" prodigiosa, dijeron varios académicos y escritores.
"Yo estoy convencido que sin Carlos Fuentes no habría existido un 'boom latinoamericano'. Los tiempos, las circunstancias, estaban dados, pero se necesitaba un catalizador" que fue Fuentes, según el escritor mexicano Ignacio Padilla.
Fuentes fue un adelantado respecto a otros, alguien que abrió las puertas de un mundo al que estaba conectado por su afán viajero, sus contactos en el mundo editorial y su proverbial curiosidad literaria.
Vargas Llosa comenta que "En ese movimiento Carlos tuvo un papel principalísimo, no solo por las obras que escribió, sino por la manera en como el promovió a otros escritores latinoamericanos, cómo estímulo a los jóvenes escritores ayudándoos a conseguir editores y promoviendo, sobre todo, la difusión de sus libros."
"Creo que si hay un escritor latinoamericano que fue un escritor universal, un ciudadano del mundo en todos los sentidos de la palabra, fue Carlos Fuentes", apuntó el Nobel de Literatura 2010

Fragmento de "Rayuela" obra de Julio Cortázar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. "

Julio Cortázar











“El Boom Latinoamericano es la más extraordinaria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte de su propia identidad. El boom no lo hicieron los editores, sino el público atraído por un cambio literario".
Julio Cortázar







Uno de los aportes más importantes aportes de Julio Cortázar al Boom Latinoamericano es su obra Rayuela publicada en 1963, la cual lo catapultó al reconocimiento internacional.



“El boom responde al azar, ese azar que hace tan bien las cosas hasta mejor que la lógica. En un momento histórico importante
para América Latina en la cual esta dominada por el  imperialismo que la quiere convertir en una factoría o colonia el azar haga que aparezcan 5, 6, 7 8 excelentes escritores que lanzan un montón de libros y de golpe crean un estado de conciencia que abarca todo el continente.”

“El boom fue considerado una especie de maniobra editorial, es decir que la promoción de los editores había lanzado al boom.”

"Mi obra personal fue hecha en la soledad, pobreza, en el menor apoyo editorial y cuando los editores se despertaron y vieron mis libros, a los de Fuentes, García Marquez y los de Vargas Llosa se despertaron porque las primeras precarias y difíciles ediciones habían sido bruscamente leídas por un montón de gente que se las pasó de mano en mano  y allí comprendieron  que a esos escritores había que editarlos ya que allí tenían fuente de dinero."

“Es una tentativa de deformar la realidad sostener que el boom fue una maniobra hecha con fines de promoción, ya que cada uno escribió lejos de otros porque ninguna promoción editorial ha salvado a un autor o literatura y cuando el libro no vale por sí mismo, ¿Cuánto tiempo dura?”

Otros comentarios de Cortazar acerca del Boom:

“El sentido del humor le ha hecho falta al escritor latinoamericano y españoles.  Esa manera de que en las circunstancias más trágicas más dramáticas haya una reacción que te pone del otro lado y te hace ver las cosas con humor y que hace resolver las cosas con humor”.

“No hay que utilizar lo que ya se ha conseguido sino que hay que buscar una cosa nueva, sino no vale la pena ser un escritor si te pasas la vida escribiendo un libro con diferentes variables, sino no tiene gracias ni para el lector ni para uno mismo”.


Fragmento "La Ciudad y Los Perros" obra de Mario Vargas Llosa

- Cuatro- dijo el Jaguar.
Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno, su blancura contrastaba con el suelo sucio.
-Cuatro -repitió el Jaguar-. ¿Quién?
-Yo -murmuró Cava-. Dije cuatro.

-Apúrate -replicó el Jaguar-. Ya sabes, el segundo de la izquierda.
Cava sintió frío. Los baños estaban al fondo de las cuadras, separados de ellas por una delgada puerta de madera, y no tenían ventanas. En años anteriores, el invierno sólo llegaba al dormitorio de los cadetes, colándose por los vidrios rotos y las rendijas; pero este año era agresivo y casi ningún rincón del colegio se libraba del viento, que, en las noches, conseguía penetrar hasta en los baños, disipar la hediondez acumulada durante el día y destruir su atmósfera tibia. Pero Cava había nacido y vivido en la sierra, estaba acostumbrado al invierno: era el miedo lo que erizaba su piel...

Mario Vargas Llosa

“El ‘boom’ fue un movimiento no solo literario y cultural, sino político”. Así lo siente uno de sus máximos protagonistas, el escritor Mario Vargas Llosa, cuya primera novela “La ciudad y los perros”, publicada en 1962 por Seix Barral, marca la celebración de los 50 años de este fenómeno literario.
Hace 50 años protagonizó junto a otros jóvenes latinoamericanos como Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes, el llamado “boom” literario, que abrió al mundo la nueva novela latinoamericana.
“Esta es una historia casi novelesca. Quién me iba a decir cincuenta años después…que iban a pasar tantas cosas”, explica Vargas Llosa a Efe en una entrevista.
“Entonces era un muchacho. Escribí ‘La ciudad y los perros” en el 58, en Madrid, con mucho entusiasmo y vocación, Sabía ya qué clase de escritor quería ser, qué lenguaje y qué técnicas iba a usar, y fue el editor Carlos Barral, en Barcelona, ciudad clave del llamado ‘boom’ en los sesenta, quien lo publicó”, recuerda.
Y es que Barcelona, como París, fueron escenarios básicos para este resurgir de la novela latinoamericana que puso en pie una generación de escritores de la llamada Edad de Oro, que en los sesenta se convirtió en un fenómeno literario y editorial que invadió Europa.
“Nadie sabe cómo nació la palabra ‘boom’. El escritor periodista y chileno Luis Harrs se atribuye la autoría, pero no sé si es exacto, porque en el ensayo que publicó, ‘Los nuestros’, no aparece.”, indica Vargas Llosa.
Aunque Harrs “sí que fue el primero que vio que había una especie de movimiento de escritores que coincidían en algunas preocupaciones temáticas y en técnicas narrativas, pero nadie sabe exactamente cómo se creó esta palabra tan onomatopéyica”, argumenta.
“Cuando estaba en la universidad -recuerda- no tenía ni idea de lo que se publicaba en Ecuador, Colombia o Argentina, y eso cambió en los sesenta, primero en París y luego gracias a Barcelona y el editor Carlos Barral, que fue uno de los primeros en interesarse por la literatura latinoamericana”, sostiene.
Al tiempo que subraya: “España y Europa descubrieron la literatura latinoamericana, pero los latinoamericanos descubrimos a los otros escritores vecinos, que hasta la fecha habíamos vivido completamente marginados”.
Vargas Llosa recuerda que una de las características de este grupo -”que hacía una literatura nueva y muy rica”- fue la amistad personal.
“Conocí a Carlos Fuentes y a Cortázar, del que fui muy amigo, porque era muy generoso con los jóvenes, en París. Luego a García Márquez y a Donoso en Barcelona, que era el lugar donde uno tenía que estar si querías que un buen editor te publicase tu novela”.
Para el autor de “La fiesta del Chivo”, uno de los logros del “boom” fue “cambiar el estereotipo que se tenía de que “América Latina solo producía dictadores o guerrilleros” y que era un mundo bárbaro que estaba a espaldas de la cultura.
“De pronto -recalca- se descubrió que había una literatura novedosa, nada provinciana, con un horizonte internacional y que había experimentado con nuevas formas narrativas y nuevos lenguajes”.
Ya no era una literatura regionalista, costumbrista o pintoresca- sostiene-. “Existía una preocupación por la condición humana. Veníamos de dictaduras y todos teníamos ideales políticos. Apoyábamos la Revolución cubana, luego el caso Padilla (el encarcelamiento del escritor cubano Heberto Padilla en 1971 por motivos políticos) nos quebró y se produjeron disidencias. Pero había una cierta comunidad de ideales políticos”.
“También en Barcelona, en pleno franquismo -añade-, estábamos convencidos de que la Democracia era inevitable y que la cultura y la literatura iban a tener un especial protagonismo. De ahí que, además de la escritura, todos sintiéramos que teníamos una especie de misión histórica, ya que la cultura en la nueva sociedad iba a contribuir a traer más libertad, justicia y convivencia”.
“De modo que, en realidad, el ‘boom’ fue un movimiento que tuvo muchos aspectos, no solo literario, sino también cultural y político”, reconoce el escritor.

Fragmento "Cien Años de Soledad" obra de Gabriel García Márquez

...Y mientras más largas le daba a las urgencias del granero, más intensa se iba haciendo la indignación de Fernanda, hasta que sus protestas eventuales, sus desahogos poco frecuentes, se desbordaron en un torrente incontenible, desatado, que empezó una mañana como el monótono bordón de una guitarra, y que a medida que avanzaba el día fue subiendo de tono, cada vez más rico, más espléndido. Aureliano Segundo no tuvo conciencia de la cantaleta hasta el día siguiente, después del desayuno, cuando se sintió aturdido por un abejorreo que era entonces más fluido y alto que el rumor de la lluvia, y era Fernanda que se paseaba por toda la casa doliéndole de que la hubieran educado como una reina para terminar de sirvienta en una casa de locos, con un marido holgazán, idólatra, libertino, que se acostaba bocarriba a esperar que le llovieran panes del cielo, mientras ella se destroncaba los riñones tratando de mantener a flote un hogar emparapetado con alfiléres, donde había tanto que hacer, tanto que soportar y corregir desde que amanecía Dios hasta la hora de acostarse, que llegaba a la cama con los ojos llenos de polvo de vidrio y, sin embargo, nadie le había dicho nunca buenos días, Fernanda, ni le habían preguntado aunque fuera por cortesía porqué estaba tan pálida ni porqué despertaba con esas ojeras de violeta, a pesar de que ella no esperaba, por supuesto, que aquello saliera del resto de una familia que al fin y al cabo la había tenido siempre como un estorbo, como el trapito de bajar la olla, como un monigote pintado en la pared, y que siempre andaban desbarrando contra ella por los rincones, llamándola santurrona, llamándola farisea, llamándola lagarta, y hasta Amaranta, que en paz descanse, había dicho de viva voz que ella era de las que confundían el culo con las témporas, bendito sea Dios, qué palabras, y ella había aguantado todo con resignación por las intenciones del santo padre, pero no había podido soportar más cuando el malvado de Jose Arcadio Segundo dijo que la perdición de la familia había sido abrirle las puertas a una cachaca, imagínese, a una cachaca mandona, válgame Dios, una cachaca hija de la mala saliva, de la misma índole de los cachacos que mandó el gobierno a matar trabajadores, dígame usted, y se refería a nadie menos que a ella, la ahijada del Duque de Alba, una dama con tanta alcurnia que le revolvía el hígado a las esposas de los presidentes, una fijodalga de sangre como ella que tenía derecho a firmar con once apellidos peninsulares, y que era el único mortal en ese pueblo de bastardos que no se sentía emberenjenada frente a diesiséis cubiertos, para que luego el adúltero de su marido dijera muerto de risa que tantas cucharas y tenedores, y tantos cuchillos y cucharitas no era cosa de cristianos sino de ciempiés, y la única que podía determinar a ojos cerrados cuándo se servía el vino blanco y de qué lado y en qué copa, y cuando se servía el vino rojo, y de qué lado y en qué copa, y no como la montuna de Amaranta, que en paz descanse, que creía que el vino blanco se servía de día y el vino rojo de noche, y la única en todo el litoral que podía vanagloriarse de no haber hecho del cuerpo sino en bacinillas de oro, para que luego el coronel Aureliano Buendía, que en paz descanse, tuviera el atrevimiento de preguntar con su mala bilis de masón de dónde había merecido ese privilegio, si era que ella no cagaba mierda sino astromelias, imagínese, con esas palabras, y para que Renata, su propia hija, que por indiscreción había visto sus aguas mayores en el dormitorio, contestara que de verdad la bacinilla era de mucho oro y de mucha heráldica, pero que lo que tenía adentro era pura mierda, mierda física, y peor todavía que las otras porque era mierda de cachaca, imagínese, su propia hija, de modo que nunca se había hecho ilusiones con el resto de la familia, pero de todos modos tenía derecho a esperar un poco de más consideración de parte de su esposo, puesto que bien o mal era su cónyuge de sacramento, su autor, su legítimo perjudicador, que se echó encima por voluntad libre y soberana la grave responsabilidad de sacarla del solar paterno, donde nunca se dolió ni se privó de nada, donde tejía palmas fúnebres por gusto de entretenimiento, puesto que su padrino había mandado una carta con su firma y el sello de su anillo impreso en el lacre, solo para decir que las manos de su ahijada no estaban hechas para menesteres de este mundo, como no fuera tocar el clavicordio y, sin embargo, el insensato de su marido la había sacado de su casa con todas las admoniciones y advertencias y la había llevado a aquella paila del infierno donde no se podía respirar de calor, y antes de que ella acabara de guardar sus dietas de pentecostés ya se había ido con sus baúles trashumantes y su acordeón de perdulario a holgar en adulterio con una desdichada a quien bastaba con verle las nalgas, bueno, ya estaba dicho,  a quien bastaba con verle menear las nalgas de potranca para adivinar que era una, que era una..., todo lo contrario de ella, que era una dama en el palacio o en la pocilga, en la mesa o en la cama, una dama de nación, temerosa de Dios, obediente de sus leyes y sumisa a sus designios, y con quien no podía hacer, por supuesto, las maromas y vagabundinas que hacía con la otra, que por supuesto se prestaba a todo como las matronas francesas, y peor aún, pensándolo bien, porque estas al menos tenían la honradez de poner un foco colorado en la puerta, semejantes porquerías, imagínese, ni más faltaba, con la hija única y bienamada de doña Renata Argote y Fernando del Carpio, y sobre de este, por supuesto un santo varón, un cristiano de los grandes, caballero de la Orden del santo sepulcro, de esos que reciben directamente de Dios el privilegio de conservarse intactos en la tumba, con la piel tersa como raso de novia y los ojos vivos y diáfanos como las esmeraldas".

-Eso sí no es cierto -la interrumpió Aureliano Segundo-, cuando lo trajeron ya apestaba.

Había tenido la paciencia de escucharla un día entero, hasta sorprendería en una falta.
Fernanda no le hizo caso, pero bajó la voz. Esa noche, durante la cena, el exasperante zumbido de la cantaleta había derrotado al rumor de la lluvia. Aureliano Segundo comió muy poco, con la cabeza baja, y se retiró temprano al dormitorio. En el desayuno del día siguiente Fernanda estaba trémula, con aspecto de haber dormido mal, y parecía desahogada por completo de sus rencores. Sin embargo, cuando su marido preguntó si no sería posible comerse un huevo tibio, ella no contestó simplemente que desde la semana anterior se habían acabado los huevos, sino que elaboró una virulenta diatriba contra los hombres que se pasaban el tiempo adorándose el ombligo y luego tenían la cachaza de pedir hígados de alondra en la mesa. Aureliano Segundo llevó a los niños a ver la enciclopedia, como siempre, y Fernanda fingió poner orden en el dormitorio de Meme, sólo para que él la oyera murmurar que, por supuesto, se necesitaba tener la cara dura para decirles a los pobres inocentes que el coronel Aureliano Buendía estaba retratado en la enciclopedia. En la tarde, mientras los niños hacían la siesta, Aureliano Segundo se sentó en el corredor, y hasta allá lo persiguió Fernanda, provocándolo, atormentándolo, girando en torno de él con su implacable zumbido de moscardón, diciendo que, por supuesto, mientras ya no quedaban más que piedras para comer, su marido se sentaba como un sultán de Persia a contemplar la lluvia, porque no era más que eso, un mampolón, un mantenido, un bueno para nada, más flojo que el algodón de borla, acostumbrado a vivir de las mujeres, y convencido de que se había casado con la esposa de Jonás, que se quedó tan tranquila con el cuento de la ballena. Aureliano Segundo la oyó más de dos horas, impasible, como si fuera sordo. No la interrumpió hasta muy avanzada la tarde cuando no pudo soportar más la resonancia de bombo que le atormentaba la cabeza.

-Cállate ya, por favor -suplicó. 
Fernanda, por el contrario, levantó el tono. «No tengo por qué callarme -dijo-. El que no quiera oírme que se vaya.» Entonces Aureliano Segundo perdió el dominio. Se incorporó sin prisa, como si sólo pensara estirar los huesos, y con una furia perfectamente regulada y metódica fue agarrando uno tras otro los tiestos de begonias, las macetas de helechos, los potes de orégano, y uno tras otro los fue despedazando contra el suelo. Fernanda se asustó, pues en realidad no había tenido hasta entonces una conciencia clara de la tremenda fuerza interior de la cantaleta, pero ya era tarde para cualquier tentativa de rectificación. Embriagado por el torrente incontenible del desahogo, Aureliano Segundo rompió el cristal de la vidriera, y una por una, sin apresurarse, fue sacando las piezas de la vajilla y las hizo polvo contra el piso. Sistemático, sereno, con la misma parsimonia con que había empapelado la casa de billetes, fue rompiendo luego contra las paredes la cristalería de Bohemia, los floreros pintados a mano, los cuadros de las doncellas en barcas cargadas de rosas, los espejos de marcos dorados, y todo cuanto era rompible desde la sala hasta el granero, y terminó con la tinaja de la cocina que se reventó en el centro del patio con una explosión profunda. Luego se lavó las manos, se echó encima el lienzo encerado, y antes de medianoche volvió con unos tiesos colgajos de carne salada, varios sacos de arroz y maíz con gorgojo, y unos desmirriados racimos de plátanos. Desde entonces no volvieron a faltar las cosas de comer.


Gabriel García Márquez

Generoso, leal a sus amigos y a sus ideas políticas de izquierda pero sobre todo genio indiscutible de las letras e integrante clave del "boom", el colombiano Gabriel García Márquez llevo la literatura latinoamericana a los rincones más alejados del mundo como el creador del fabuloso realismo mágico.
Su brillantez y lucidez, sumado a una visión socarrona de la realidad que le rodeo desde niño en su natal Aracataca, le empujaron a ser uno de los padres del "Boom Latinoamericano", formado por un grupo de autores sin igual que compartieron numerosas vivencias.
"García Márquez captó lo que en América Latina era el aire natural que se respiraba, la literatura mágica, todas las leyendas y mitos que desde la época de la Colonia circulaba en estas tierras", indicó en una entrevista Belisario Betancur, quien precisamente gobernaba el Colombia cuando en 1982 el escritor recibió el Premio Nobel de Literatura.
"Con Cien Años de Soledad contó las cosas como las contaba su abuela, su abuela, su madre, para ellos no había mundo de los vivos y los muertos", comenta Plinio Apuleyo Mendoza, escritor colombiano, autor de Aquellos años con Gabo, libro en el que relata las aventuras que vivieron juntos, al explicar que es el realismo mágico y apuntado que lo hizo "tocando problemas que aluden a la condición humana, sacando la literatura de su ámbito local, y esa fue su contribución al "boom", porque el "boom" tuvo como epicentro esa obra."


¿Qué se conoce como "Boom Literario Latinoamericano"?


El Boom Latinoamericano surgió en 1960 y 1970, gracias al clima político de esos años, circuló entre los jóvenes y se expandió por el mundo, principalmente por Europa.
Los autores de estos escritos rompían todos los esquemas, dejando que la imaginación y la magia se apoderara de ello, defendían sus ideas y es por eso su repentino éxito.
Entre los autores más famosos del Boom tenemos a: Gabriel García Márquez (Colombia), Mario Vargas Llosa (Perú), Carlos Fuentes (México) y Julio Cortázar (Argentina).